FUNCIONES DEL LENGUAJE
Se entiende por las funciones del lenguaje a los distintos cometidos con que el ser humano emplea el lenguaje, es decir, los propósitos comunicativos con los que utiliza esa herramienta cognitiva y abstracta. Esto ha sido objeto de estudio de la Lingüística y las Ciencias de la Comunicación durante décadas, y distintos teóricos les han atribuido clasificaciones y órdenes, destacando los de Karl Bühler y, sobre todo, los que Roman Jackobson elaboró a partir de ellos.
 
Las distintas funciones del lenguaje, entonces, hacen énfasis cada una en los elementos básicos de la comunicación que se han identificado, y que son:
Emisor. Aquel que produce el mensaje y pone en marcha el proceso de su transmisión.
Receptor. Quien recibe y decodifica el mensaje, entendiéndolo. Punto final del proceso.
Canal. Medio físico a través del cual se envía el mensaje, sean ondas sonoras, papel impreso, etc.
Mensaje. Aquel contenido psíquico que se desea compartir a través del lenguaje, ya sea una orden, una emoción, una descripción, etc.
Código. La codificación o el “idioma” que se usa para transmitir ese mensaje, ya sea una lengua hablada, el código morse, etc.
Las funciones del lenguaje son seis, según lo estableció Jackobson, y a través de ellas puede darse cuenta de los límites y las capacidades del lenguaje humano, así como los propósitos o los objetivos con los que podemos usarlo en cualquier ocasión.

Función Referencial.
También llamada función informativa, se refiere al uso del lenguaje para indicar algún aspecto del universo exterior del emisor, es decir, de la realidad misma. Por ende, se centra en el mensaje a transmitir más que en el resto de los elementos comunicativos: es la función “objetiva” del lenguaje, que sirve para indicar algo concreto.

Por ejemplo, cuando describimos cómo lucía ayer un amigo común, cuando indicamos el resultado de una operación matemática o cuando le decimos la hora a un transeúnte. Estamos indicando, informando o referenciando la realidad a nuestro alrededor.

Función Emotiva
La función emotiva o expresiva del lenguaje tiene que ver con la realidad psíquica o emocional del emisor, en quien lógicamente se centra. A menudo contiene formas verbales en primera persona, aunque no necesariamente; en todo caso se basa en transmitir al receptor algún elemento de ánimo o de subjetividad del emisor.

Por ejemplo, cuando nos quejamos tras recibir un golpe, o cuando nos lamentamos con un amigo tras haber sido abandonados por la pareja, o cuando le decimos a alguien cómo nos sentimos o qué sentimos en ese exacto momento, ya sea directamente o a través de metáforas: “¡Qué hermoso día!” o “Me siento de la patada”.
 
Función Apelativa
También llamada conativa, es la que se centra en el receptor, pues busca producir en él una reacción deseada. Se trata de la función imperativa del lenguaje, la que empleamos para lograr que otros hagan lo que deseamos, ya sea que les estemos pidiendo un favor, ordenando algo o amenazando si no lo hacen.

Por ejemplo, cuando le decimos a alguien que nos abra la puerta, cuando le indicamos a alguien qué calle tomar para llegar a su destino, cuando pedimos que nos digan la hora o mandamos a callar a alguien.

Función Metalingüistica
Esta función le permite al lenguaje hablar de sí mismo, ya que se centra en el código comunicativo, dándonos oportunidad de aclarar términos, preguntarle al otro si nos comprende o corregir el modo en que decimos las cosas.

Por ejemplo, cuando le corregimos la gramática o la ortografía a alguien, o cuando explicamos a un niño el significado de una palabra, incluso cuando usamos el lenguaje para aprender una lengua (código) nueva.

Función Fática
La función fática o relacional sirve apenas para comprobar que el canal de comunicación, en el cual se centra, está activo y podemos iniciar la transmisión del mensaje. No tiene ningún otro propósito y por lo general está comprendido por palabras desprovistas de otro sentido e incluso significado.

Por ejemplo, en algunos países, al atender el teléfono se dice “¿Aló?”, “¿Hola?” o “Diga”, palabras que no tienen un sentido real en el mensaje a transmitir, simplemente sirven para verificar que hay alguien del otro lado del aparato.
 
Función Poética
La función poética o estética es quizá la más complicada, pues se centra también en el mensaje a transmitir, pero también sobre el código en que se lo hace, ya que tiene lugar cuando buscamos embellecer, hacer más efectivo o más lúdico (juguetón) el mensaje, como en el caso de las rimas poéticas, los acertijos, los refranes y otros giros de lenguaje que se usan para hacer más potente y rica la comunicación.

Por ejemplo, cuando recitamos un poema, o cuando usamos una figura retórica para expresarnos (metáforas, hipérboles, etc.) o cuando hacemos juegos de palabras.

Última edición: 6 de diciembre de 2019. Cómo citar: "Funciones del lenguaje". Autor: María Estela Raffino. De: Argentina. Para: Concepto.de. Disponible en: https://concepto.de/funciones-del-lenguaje/. Consultado: 08 de diciembre de 2019.

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COMUNICACIÓN ASERTIVA
Llamamos comunicación asertiva a las formas de comunicación diseñadas o pensadas para transmitir de manera mucho más eficaz un mensaje, sacando provecho a factores propios del proceso comunicativo y a otros que, aun siendo externos al mismo, lo acompañan e inciden en su eficacia.

Recordemos que la comunicación es el proceso que transmisión de un mensaje o una información entre un emisor (crea el mensaje) y uno o más receptores (reciben el mensaje), a través de un medio físico (como las ondas sonoras en el aire) y empleando un código especifico (como el idioma). Dicho proceso es inherente a los seres vivos y alcanza su mayor nivel de complejidad en el ser humano, único animal dotado de lenguaje estructurado.

Sin embargo, la comunicación puede enfrentar a menudo dificultades para concretarse, como deficiencias en los interlocutores, ruido ambiental y, muchas veces, poca asertividad comunicativa de parte del emisor, es decir, poca capacidad para propiciar un acto comunicativo óptimo.

Así, la comunicación asertiva toma en consideración elementos inherentes a la comunicación verbal como pueden ser el tono de voz, el ritmo de habla, pero también otros aspectos como el lenguaje corporal, para desarrollar cierta inteligencia comunicativa en el emisor que vaya en mejoría sustancial de su capacidad de dar a entender el mensaje.
 
Tema extra:
ANALOGÍA
La analogía es un tipo de razonamiento o de mecanismo expresivo del lenguaje. Consiste en la comparación o puesta en relación de diversos referentes: objetos, razones o ideas, para señalar características generales y particulares en común, para así justificar la existencia de una propiedad en uno de ellos. 
Esto es, dicho más fácilmente, que una analogía es una forma de comparación de un referente con otro u otros que le resultan semejantes, mas no idénticos, para así poder atribuirle algunas características determinadas por el conjunto. El término proviene del griego antiguo ana-, “reiteración” y logos, “palabra” o “pensamiento”.

El razonamiento de la analogía puede representarse mediante una fórmula general que sería “A es a B como C es a D”. La metáfora, el símil, la homología y la comparación son figuras retóricas que pueden considerarse como analogías.

La analogía como procedimiento es utilizada habitualmente en distintas áreas del pensamiento, desde el lenguaje y la lógica formal, hasta el derecho, la filosofía e incluso áreas más específicas, como la biología, en donde se designa a eventos específicos con el mismo término.

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  1. Tipos de analogía
Las analogías pueden clasificarse de acuerdo a su funcionamiento lógico interno, de la siguiente manera:
  • Analogía simétrica. Aquellas en las cuales los referentes comparados pueden intercambiarse sin alterar las relaciones entre ellos. O sea, en las que A, B, C y D son intercambiables porque la relación se mantiene idéntica.
  • Analogía asimétrica. Aquellas en las cuales los referentes comparados no pueden intercambiarse, dado que su orden de aparición designa una relación específica. O sea, que A es a B, como C a D, y no B es a A, como C a D.
  • Analogía de causa y efecto. Conocidas también como analogías de asociación, suponen un vínculo específico, de causalidad, entre los referentes. Es decir, A ocasiona B, como C ocasiona D.
  • Analogía por reciprocidad. Implica, en la relación entre los referentes, una necesidad estricta y recíproca entre ellos, es decir que para que exista uno, debe existir el otro, recíprocamente. O sea, A requiere absolutamente de B, como D requiere absolutamente de C.
  • Analogía de clasificación. Aquellas que funcionan en base a reunir, en el mismo conjunto de cosas, a los referentes vinculados. O sea, A y B están en un mismo conjunto, así como B y C están en otro similar.
  • Analogía comparativa. Aquellas que al cotejar referentes, buscan destacar una propiedad percibible. Suelen usar nexos y símiles (“como”, “tal como”, “del mismo modo que”, etc.). O sea, A es de tal manera, como lo es B.
  • Analogía matemática. Aquellas que existen únicamente entre cifras, elementos numéricos y proporciones matemáticas, dado lo cual los referentes pueden tener valores desiguales.
Ejemplos de analogías

A continuación, detallamos algunos ejemplos de analogías en la lengua:

- Las alas son a las piernas lo que los pájaros son a la gente.
- Conductor es a automóvil como piloto a avión y maquinista a locotomora.
- Un pintor pinta un cuadro como un poeta compone un poema.
- El sol es el alimento de las plantas.
- La piedra es pesada como una consciencia culposa.
- La noche era oscura al igual que la muerte.
- Somos los guerreros espartanos de este club de lectura.
- María es la Márgaret Thatcher del amor.
  1. Argumentación por analogía

Si bien hasta aquí hemos visto la analogía como una figura retórica, o sea, un uso particular del lenguaje para alcanzar mayores niveles expresivos, también es cierto que existe un tipo de razonamiento analógico, que consiste en pasar de lo conocido a lo desconocido a través de una comparación entre referentes.

Así se da origen a cuatro formas (principales) argumentativas basadas en el principio de la analogía:
  • Interpolación. Se basa en la evaluación de todas las situaciones posibles de un escenario supuesto o imaginario y de las repercusiones de cada una, y luego se traslada a la situación analizada. Por ejemplo, supongamos que un hombre tiene dos posibles amantes, y se niega a decidirse por alguna. Entonces un amigo lo aconseja y le dice “quien asa dos conejos, alguno se le quema”. La situación imaginaria sirve entonces para pensar la real.
  • Extrapolación. Este procedimiento es muy empleado en la resolución de problemas y en la docencia, ya que forma parte del Método científico. Consiste en partir de la suposición de que los elementos de un escenario continuarán aconteciendo hacia el futuro, permitiendo así suponer un nuevo conjunto de reglas que nos permitirían, de ser ciertas, llegar a una nueva conclusión. Por ejemplo, supongamos que una persona está indecisa respecto a quién votar entre dos candidatos. Un amigo la aconseja y le pide que imagine lo que ocurriría si el candidato A ganara, y luego qué ocurriría si el candidato B ganara. De ambos escenarios extraen juntos conclusiones nuevas que sirven para determinar el voto.
  • Reducción al absurdo. Su nombre proviene del latín Reductio ad absurdum y sirve para demostrar la validez de proposiciones categóricas. Consiste en suponer la negación hipotética de la validez de la premisa, para luego obtener mediante inferencias lógicas una conclusión ilógica o falaz. Por ejemplo, supongamos que un niño piensa que la Tierra es plana, y su maestro le ayuda a demostrar que no lo es. Para ello, le pide que suponga que la Tierra no es redonda, y cómo por lo tanto sería posible llegar al borde, o sería posible observar el Sol desde cualquier punto del planeta. Al constatar lo absurdo de dichas consecuencias lógicas, el niño debe aceptar que es más probable que la Tierra sea redonda.
  • Modelización. Especialmente importante para el Método científico, la modelización consiste, como su nombre lo sugiere, en la elaboración de un modelo hipotético de la realidad, cuyos resultados podrán ser análogos a los de la realidad, o sea, podrán pensarse en términos analógicos a lo real. Esto, por ejemplo, ocurre con los modelos matemáticos de comportamiento económico, que intentan predecir las fluctuaciones del mercado mundial o de determinadas divisas.
  1. Analogía en derecho

En diversas ramas del Derecho la analogía juega un rol importante a la hora de argumentar respecto de la resolución de un dilema. En otras, en cambio, como el Derecho penal, las analogías se encuentran proscritas por el Principio de la legalidad, que dicta que “no existe delito ni pena sin ley previa”.

Del modo que sea, la analogía en el derecho supone que debe haber una semejanza entre el caso previsto y el no previsto, para evitar una diferencia radical entre ambos, ya que la ley debe ser aplicada sin vacíos legales.

Esto quiere decir que, dado un caso pasado que fuera resuelto de alguna manera, el mismo veredicto podría aplicarse a un nuevo caso diferente, siempre que guarden las suficientes semejanzas.
  1. Analogía en biología

En el campo de la biología y en particular la evolución, se conoce como analogía a la semejanza superficial entre dos o más estructuras orgánicas que presentan sin embargo orígenes diferentes. Es decir, comparten rasgos esenciales pero no provienen de un origen común inmediato.

Un ejemplo son las alas de una mariposa, un murciélago y un ave, ya que en los tres casos sirven para volar, pero surgieron en momentos evolutivos radicalmente distintos. Así, estos organismos tienen todos alas, pero no por ello están emparentados evolutivamente, ni se los puede agrupar de esa manera.
Última edición: 4 de diciembre de 2019. Cómo citar: "Analogía". Autor: María Estela Raffino. De: Argentina. Para: Concepto.de. Disponible en: https://concepto.de/analogia/. Consultado: 08 de diciembre de 2019.  
 NIVELES DEL LENGUAJE
Los niveles de la lengua son los registros utilizados para hablar o escribir, para adecuarse a las circunstancias o al emisor: popular, coloquial, formal, vulgar y culto. 

Estos niveles tienen una estrecha relación con la situación comunicacional y con el nivel de instrucción que tenga el hablante o escritor.