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miércoles, 21 de agosto de 2019

Santiago Cuesta, el Asesor Presidencial que le Apuesta a la Privatización

No puede ser amigo del pueblo un señor de alta edad que busca privatizar empresas del Estado Ecuatoriano.

Este asesor es amigo íntimo de los millonarios que buscan incrementar su riqueza a costa de los pobres, y el Ecuador es el anillo de oro que está justo a la medida de los ricos empobrecedores de pueblos, que están adormecidos por los grandes medios de comunicación como Teleamazonas, Ecuavisa, y más.

Difícilmente los ecuatorianos podremos salir de esta encrucijada de terror que inundará en la pobreza a millones de personas, y en poco tiempo se convertirá en un país similar, igual o peor que Venezuela o Argentina que ya padecen pobreza por culpa de los políticos que administran la riqueza a favor de las grandes élites de Poder.

En Ecuador existe una confabulación de grandes poderes que están inclinando la balanza para que el Poder político y económico sea manejado por la Derecha, y muchos ciudadanos que no tienen ni para comer apoyan esta tesis, como si la derecha podría salvar a los pobres.

Hoy el pueblo está más sumiso que nunca, y será muy difícil que tenga una salvación a menos que se una y con acciones populares cambié el rumbo.

Por: RJL

Análisis de 4 Pelagatos.
Santiago Cuesta, consejero principal de Lenín Moreno, fue atacado por el síndrome de la extrema urgencia. Un síndrome, como se sabe, se nota por síntomas que son tan característicos como irrefutables. En este caso, la extrema urgencia es sinónimo de «sí o sí». No da tiempo de pensar, esperar informes, hacer cuentas, mirar alternativas, estudiar opciones, escuchar a los especialistas… El síntoma, que ataca a algunos administradores del Estado (sobre todo a los sheriffs), ni siquiera da tiempo para articular un discurso racional, versátil, global. Se sustenta en una razón emocional (algunos dirían de puro mercadeo), totalmente reñida con la lógica. Es obvio: un sheriff está acostumbrado a disparar primero y preguntar después. En este caso, el sheriff Cuesta tiene metido entre ceja y ceja el cierre de la refinería de Esmeraldas.
¿Razón única?: la salud. ¿Basado en qué evidencias? Los pedidos que hace la gente. Es imperativo: después de 42 años de estar envenenados con los malos combustibles producidos por esa refinería, ni el país ni sus habitantes podrían aguantar dos o tres años más… Ese es el tiempo que llevaría, por ejemplo, que empresas privadas hagan unidades adicionales que paliarían las deficiencias que dejó la millonaria (y ratera) repotenciación liderada por Jorge Glas y Rafael Correa.
El sheriff Cuesta quiere cerrarla y reemplazarla por otra refinería que construya una empresa privada; así el ministro del área esté en desacuerdo. ¿Y mientras se construye? Que el Estado pague. Que pague lo que sea. Porque nadie aguanta más el veneno de esos combustibles… Lo dicho: el síndrome de la extrema urgencia puede ser bondadoso con bolsillos amigos y letal con los públicos.

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