Con tinta perfumada de hipocresía y un papel reciclado de discursos vacíos, la Asamblea Nacional ha parido una ley que, a primera vista, se vende como modernizadora, eficiente y necesaria. Pero no hay que ser adivino, ni tener el ojo de cóndor para advertir que este nuevo instrumento legal es un verdugo disfrazado de reforma, que viene a despedir a miles de servidores públicos en todo el país.
El Artículo 81 de la flamante Ley, ha implantado en la Administración Pública la guadaña de la "evaluación semestral", con la dulce excusa de buscar eficiencia. Evaluaciones que no premiarán al trabajador honesto ni al funcionario de carrera, sino que serán el instrumento para ir barriendo, de a poco y con sonrisita técnica, a los servidores que ya no caben en este nuevo Estado supuestamente “juvenil”.
¿Y qué pasa si te botan? Pues, además del orgullo roto, del currículo arrugado y la nómina cerrada, el Estado se lava las manos diciendo: “Muchas gracias por sus servicios… pero ya no hay compensación de jubilación”. ¡Claro! Porque si te botan antes de los 65, no te toca ni un centavo de esa merecida indemnización. ¡Adiós premio por los años quemando pestañas y espaldas frente al escritorio! entonces esta Ley No afecta solo al servidor o servidora, afecta a toda la familia, a la sociedad entera. Recuerden que cada "compensación" por jubilación, sirve también para dinamizar la economía de diferentes sectores. Desde el que se dedica a vender tours al pailón del Diablo, hasta el que vende hermosos autos en Guayaquil, Quito, Cuenca o Loja.
¿Quién gana con esto? El joven sin empleo, dirán algunos. Tal vez. Pero más gana el Gobierno, que ahorrará millones en compensaciones. Un jubilado menos, un dólar más para el presupuesto nacional… o para la próxima campaña política. Porque recordemos que el asambleísta no teme ser evaluado cada seis meses; su estabilidad no depende de méritos ni de exámenes, sino del voto, de la palanca y del billete.
La trampa es doble. Por un lado, se apela al discurso de modernizar el Estado, de abrir paso a las nuevas generaciones; por el otro, se castiga al servidor que ha hecho carrera, que ha resistido gobiernos, ministros y reformas, con tal de ganarse su pensión como Dios manda. Esta ley no premia al que sirve, sino al que sirve al poder.
Y el Ámbito de aplicación es total. Esta espada de muerte administrativa caerá sobre todos: desde la Corte Constitucional hasta la última Junta Parroquial; desde la Procuraduría hasta el municipio más olvidado, como los de la Amazonía. Nadie se salva, excepto los que legislan, los que cobran sin ser evaluados y los que hacen política con el dinero del pueblo.
El artículo 2 lo dice clarito: “aplicación obligatoria en toda la Administración Pública”. Así que deberías dejar de ser cómodo: te puede caer a ti, a tu primo, a tu esposa que trabaja de profesora, en fin; nadie se salva.
¡Qué hermoso futuro nos pintan! Con servidores temerosos, jóvenes ilusionados y políticos gordos de poder. Una ley hecha no para servir al pueblo, sino para manipularlo. Y mientras el pueblo trabaja con miedo, los que hacen las leyes siguen con sueldo fijo, viáticos asegurados y sin miedo al despido. Porque ellos no son evaluados… ellos se evalúan solos.
Por: El Profe Network

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