Fue quizás la tarde más dolorosa experimentada por los poquísimos familiares, quienes estuvieron en el arribo de los cuerpos de las dos hermanas víctimas mortales del coronavirus en el Ecuador.
A las 17:30 de este sábado 15 de marzo de 2020, los féretros ingresaron al camposanto de la vía a Mata de Cacao en el cantón Babahoyo, pero después de unos minutos las trasladaron nuevamente a Guayaquil para cumplir con el proceso de cremación, dispuesto de última hora por el vicepresidente de la República, Otto Sonnenholzner.
Esto luego que el gobernador de Los Ríos, Camilo Salinas, detallara la normativa a seguir estos casos y la opción planteada por el segundo mandatario, para ejecutar el protocolo de cremación de los cuerpos.
“Al inicio estábamos buscando un lugar apropiado para el velatorio siguiendo las normas de seguridad pero los deudos optaron por una sepultura directa. Todo este trámite estuvo resguardado por la policía nacional para evitar agitación en la población”, acotó la autoridad.
Finalmente la sepultura se realizó pero después de la cremación y el único familiar a cargo de los trámites fue el yerno de la paciente del caso inicial. Al camposanto privado en Babahoyo se dieron cita algunos deudos y allegados a la familia, con guantes y mascarillas por tema de seguridad. El luto lo llevan en la piel pero el dolor les carcomía el alma al ser testigos del duro momento que acabó dos integrantes de una de las familias más reconocidas en la capital riosense.
Como paradoja de las muchas personas que integran esta familia, en el cementerio no había ni diez personas despidiendo a las dos hermanas que en casi 24 horas estuvieron juntas en el cielo. La segunda fallecida, precisamente, entró en un cuadro depresivo que complicó su salud, tras enterarse de la muerte de su hermana. Ambas eran portadoras del Covid-19 por lo que el Ministerio de Salud confirmó que las dos mujeres son las primeras víctimas mortales de la pandemia que ingresó al país el pasado 14 de febrero.
A sus 71 años, la paciente uno llevaba una vida tranquila tanto en España —donde vivía su hija— como en Ecuador, donde estaba el resto de sus familiares. Sus viajes eran frecuentes para compartir con todos sobre todo en fechas especiales.
Según declaró una de sus sobrinas, la primera portadora era la más alegre de todas las hermanas, con quien se podía organizar las fiestas y los viajes en familia. Fue profesora hasta que consiguió jubilarse y luego se dedicó a viajar entre Ecuador y España. Tuvo dos hijos quienes ahora viven devastados rogándole a Dios, algún día recuperar la vida que dejaron al cruzar el marco de la puerta de la casa donde guardan aislamiento preventivo.
La segunda víctima también dedicó su vida a la docencia y recientemente se habría jubilado del magisterio. A sus 61 años la licenciada como le decían sus vecinos, vivía tranquila en su casa con sus dolencias propias de la edad. La mujer tuvo dos hijas cada una con sus compromisos, pero desde que estuvo en aislamiento se la pasaba siempre sola con el celular en la mano a la espera de noticias de sus parientes.
En una entrevista concedida a diario Extra la mujer dijo que el encierro la tenía estresada pero debía permanecer ahí hasta que alguna autoridad le indique lo contrario. Un estrecho pasillo era su lugar se estancia para tomar aire aunque sea porque no tenía con quien platicar. Las visitas de los médicos eran dos veces al día así como la entrega de víveres que le enviaban sus familiares.
Pedro Orellana, cuñado de las difuntas, lamentó el terrible momento que atraviesa su familia y pidió a las autoridades preocuparse más por los pacientes críticos o vulnerables como lo fue según él, la última persona fallecida quien nunca fue hospitalizada para monitorear de cerca su estado de salud.
Fuente: EXTRA
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