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miércoles, 26 de septiembre de 2018

Leyenda: La boa del agua que dio su vida por una familia en la Amazonía

El Libro de Cuentos y Leyendas de la Amazonía relata la historia de una culebra que protegió a una familia.

Por el camino que lleva a Misahuallí, a 6 km de Puerto Napo, vivía una familia indígena dedicada a lavar oro en las orillas del río. Un día, la madre fregaba la ropa, mientras la hija más pequeña jugaba tranquilamente en el agua. Tan concentrada estaba la señora en su duro trabajo, que no se percató de que la pequeña se acercaba peligrosamente al lugar donde el afluente era más profundo. 

Una súbita corazonada la obligó a levantar su cabeza, pero fue demasiado tarde. La niña fue arrastrada por la fuerte correntada y solo su cabeza aparecía por momentos en la cima de las agitadas aguas. 

La mujer, con señales de angustia, hincando sus rodillas en la arena, imploró a gritos: “Yaya Dios! .... Yaya Dios!, te lo suplico, salva a mi guagua”. Y de sorpresa, la tierna chica retornó en la boca de una inmensa boa de casi 14 metros de largo, que la depositó sana y salva en los brazos de su madre, quien al bordearla sonreía agradecida. Desde aquel día, la serpiente se convirtió en un miembro más de la familia, a tal punto que cuando salían al trabajo cotidiano, el gigantesco reptil se encargaba del cuidado de los niños.

Acontecimiento
Pero un tormentoso día, cuando los padres fueron a la selva en busca de guatusas para la cena, la boa no llegó a vigilar a los pequeños como solía hacerlo. Este gran descuido fue aprovechado por un inmenso y hambriento tigre, que se hizo presente con intenciones realmente malignas. 

Los muchachos desesperados gritaron a todo pulmón “!Yacuman Amarul! (boa del agua), el gigantesco reptil al oír las voces de los niños salió del río y deslizándose velozmente entró a la casa, se colocó junto a la puerta para recibir al tigre que trataba de entrar sigilosamente en el hogar de sus amigos.

La lucha que se desató fue a muerte, la boa se enroscó en el cuerpo de felino, pese a las dentelladas del sanguinario animal. El cuerpo del reptil se cerró con fuerza, mientras el tigre le mordía en la cabeza.

Finalmente, se escuchó un crujido de huesos rotos y ambos animales quedaron muertos en la entrada de la casa. 

Cuando regresaron los padres de los chicos, recogieron con dolor los restos de su boa amiga y ceremoniosamente la velaron durante dos días, para luego enterrarla con todos los honores y ritos que se acostumbraban utilizar para con los seres queridos.

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