Lunes, 30 de Marzo de 2015
ENTREVISTA. Luis Verdesoto, durante su diálogo con La Hora.
“Cuando se acaba la plata, la gente se disputa el excedente de un modo más activo y los estados se endurecen”.
“Hay un deterioro progresivo de la democracia en Ecuador. El caso más extremo lo que le pasó a Crudo Ecuador”.
“No se puede pensar en un parlamento que ha perdido su soberanía, no se puede pensar en una quinta función que es una estatización de la sociedad civil”.
El pasado jueves, Luis Verdesoto, sociólogo y catedrático de la Flacso, presentó su libro ‘Los actores y la producción de la democracia y la política en Ecuador 1979-2011’. La obra estudia la convergencia de varios momentos que explican el Ecuador actual, al que define como un populismo autoritario.
Critica fuertemente la actual Constitución y dice que ante la crisis por la caída de los precios del petróleo el control estatal se endurecerá y también la protesta social.
¿Cuál es su diagnóstico del Ecuador?
Ahora vive una fase de extraordinaria acumulación, un país como un vaso medio lleno-medio vacío que fue inundado por un derroche de recursos pero que no consolidó un proceso de producción sustentable, que más bien desató un amplio consumo desde las clases medias, no se generó una estabilidad económica que sustente el gasto social.
No se aprovechó...
Hay un incremento de los indicadores sociales, vinculado al gasto directo, pero no a tener un sistema de sustentabilidad de ese gasto. No hay posibilidad de sostener ese gasto. Obviamente, cuando esto sucede viene una disputa por el excedente. Por ejemplo, el Presidente dice que bajará el aporte estatal a las pensiones de los jubilados. Lo que dice es que empezó la lucha por el excedente: ‘yo, como Presidente, distribuyo el excedente’. Ahora viene la disputa social sobre quién apropia quién, si es el Gobierno quien decide dónde se ubica ese excedente o si es la movilización social la que obliga a ubicarlo. Estamos al borde de eso.
En su libro identifica a este momento como un populismo autoritario...
El populismo en el Ecuador nunca fue un populismo estricto, como el del resto de América Latina. Tuvimos un populismo más clásico con Bucaram, un populismo militar, un populismo empresarial, hasta emerger esta forma de nuevo populismo autoritario, que saca un pasado velasquista y lo pone en acto presente con un cambio complicado de menos institucionalidad por más desarrollo social.
¿Cuán definitiva es la personalidad del Presidente para este populismo?
Todos los populistas llevan el sello de su personalidad. Este Presidente maneja mucho la política como un conflicto de barrio, los diversos conflictos los lleva a una dinámica de esquina de barrio…
¿Hay una línea débil entre autoritarismo y dictadura?
Hay un deterioro progresivo de la democracia en Ecuador. El caso más extremo lo que le pasó a Crudo Ecuador. Un chico que es la síntesis de una clase media, que no se dedicó a engordar en el consumo, sino que dedicó sus horas útiles a hacer una página y de pronto se vio arremetido. Como lo dijo en una entrevista, en un momento que eres ‘solo tú contra el Estado’. A esto llamaría un nuevo terrorismo estatal porque lo que se logra con este chico es lanzarle todos los instrumentos del Estado, lanzarle amenazas terroristas como la de las flores y luego se produce esta muerte civil y política, porque en este momento es un sujeto famoso pero muerto en términos laborales, muerto en términos políticos.
Su libro estudia las tres últimas constituciones ¿cómo ve la actual?
Debió ser un estímulo de la sociedad y terminó siendo una fachada de derechos. Fue la Constitución de un estado avocado al autoritarismo que, en su parte orgánica, termina siendo una concentración extrema de poderes en una función. Es decir, es una pésima constitución.
¿Habrá que hacer una nueva Constitución?
No sé si la vía es una Constituyente o una reforma. Hay que sustituir malas instituciones y malos procedimientos. No se puede pensar en un parlamento que ha perdido su soberanía, no se puede pensar en una quinta función que no es más que una estatización de la sociedad civil. Hay que eliminar elementos de excesiva capacidad de conquista del excedente económico por parte del Estado, hay que dejar ser a la sociedad un poco más libre, lo cual no implica que haya regulaciones.
¿Este gobierno pecó en la máxima de Maquiavelo de que el deber del estadista es mantenerse en el poder?
Un montón de consejeros les dijeron: ‘llegaron al poder, quédense a como dé lugar’. Eso está sucediendo, con la posibilidad de quedarse transgrediendo las instituciones. Hay una subsecretaria que dijo: ‘nuestro principal mérito no es económico sino político, hemos conseguido la estabilidad política’. Léase: disciplinar al país. Esto lo decían desde Pinochet hasta una gama de actores autoritarios.
Es aplicar el poder y el control, o vigilar y castigar...
Hay dos opciones de un disciplinamiento. Uno impuesto y otro orgánico, que una persona asume como parte de un sistema cooperativo de un Estado. Los actores debemos acatar la idea de la norma no como una imposición sino como una voluntad libre, pero lo que sucede es lo contrario.
¿En esta etapa de falta de excedente qué hará el Estado?
Hay dos opciones: afloja o se endurece. Presumo que se va a endurecer. La falta de activos económicos llevará al endurecimiento político y al ejercicio del dominio estatal.
¿Más control?
No más control, sino más ejercicio directo de la represión. Es evidente porque el ejercicio gubernamental es un arbitraje. Y es fácil ser árbitro cuando hay plata y dejo obras. Pero cuando no hay, las partes se insubordinan. Cuando el excedente es pequeño hay que distribuir ejerciendo nuevas formas de control. Solo aspiro a que, si hay mucha movilización popular, no haya mucha represión.
El efecto es que Correa será más Correa...
El problema es cuando no se tiene la capacidad de diferenciar la esquina del barrio con el Estado. (JRI)
Fuente: La Hora
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