El acceso a la tecnología y tener conectividad son imperativos en el sistema educativo. La pandemia sumó estas necesidades a las preexistentes, como el mal estado de la infraestructura educativa fiscal, la falta de docentes, el bajo rendimiento académico; entre otros.
Según los datos publicados por el Ministerio de Educación (ME), de las 16 096 instituciones educativas que existen en el país, 7 759 no tienen conectividad. Esta cifra representa el 28,41% del total de instituciones educativas del Ecuador.
En el grupo de establecimientos sin acceso a la conectividad, 4 618 están ubicadas en la zona urbana, mientras que las 3 141 restantes funcionan en el área rural.
¿Cómo avanzar con seguridad hacia la educación del siglo XXI con esas cifras?
Con la pandemia, en vez de que lo digital favorezca el acceso a la información y comunicación, se creó una brecha, igual que en los temas económicos, de transporte y más. Hubo alumnos que estuvieron al día en su nivel educativo, mientras que otros no.
¿Cuál es el presente y futuro para ellos?
Menos favorecido. Al regresar a la presencialidad vimos que hay menores que no han desarrollado las habilidades, destrezas y procesos cognitivos. Cualquier trabajo profesional está vinculado a desatacar sus capacidades.
¿Es muy grave?
No pasaría nada si estuviéramos hablando de hace 60 años que nadie tenía acceso, pero ahora sí lo tienen. El no tener y el sí tener genera una diferencia en los procesos cognitivos, de entendimiento del mundo y capacidad de manejar información.
¿Cómo se puede acortar esa brecha digital?
El Ministerio de Educación está facilitando el pago de internet en sitios adonde llega la señal. Pero la pelea más grande es en aquellos poblados aislados. Los diferentes ministerios deberían empeñarse en trabajar para establecer plazos para llegar con el servicio a todo el territorio. Es un derecho para que no existan brechas sociales.
Los planteles urbanos sufren más por la falta de dispositivos que por puntos de conectividad. En lo rural tenemos amplios territorios sin conectividad.
De esa forma, ¿cómo están aprendiendo los estudiantes?
Son poblaciones vulneradas y vulnerables. Familias analfabetas a nivel tecnológico. En las zonas aisladas sigue la enseñanza tradicional. Los docentes son portadores de conocimientos. Pero lo importante sería que los alumnos pudiesen desarrollar la capacidad de comparar, criticar, identificar y buscar la información.
¿Es un sistema caduco?
En Ecuador y el mundo no podemos mantener un sistema donde el estudiante solo escucha y no interactúa. Es poco interesante poco interactivo, aburrido y no lo prepara para la vida.
¿Qué significa eso?
No está preparado para los retos personales y profesionales. Cuando necesite ingresar a la universidad, al trabajo o sacar un documento, no tendrá la capacidad de buscar la información, de ser autónomo y responsable.
¿Cuál es la propuesta de Unidos por la Educación frente a esta brecha?
Un tema es la llegada de internet y las herramientas digitales, pero lo más importante es transformar a los docentes y colegios para que se adapten a las necesidades y retos del siglo XXI.
¿Cuáles son esos retos y necesidades?
Equipamiento, infraestructura y cambios de la malla curricular, asignaturas y evaluaciones. Los docentes deben aplicar metodologías alternativas para no favorecer a un proceso cognitivo inferior, como memorizar, repetir y escuchar. Más bien, apuntar a criticar, colaborar, planificar y comunicar.
¿Los docentes están abiertos al cambio?
Cuando les preguntes, van a decir que sí. Pero, en realidad, salir de la zona de confort es difícil para todos. Con el ME, empresas privadas, universidades y fundaciones hemos creado escuelas referentes que muestran que el cambio es posible.
¿Qué hay que pedirles?
Que preparen a los niños. A veces pensamos en nuestros derechos, pero hay que pensar que como docentes tenemos en nuestras manos a una población estudiantil y el 100% del futuro del país. Les pido ilusionarse por hacer una nueva educación, que se comprometan, que se ilusionen y que se sumen al cambio. Cuando hay ilusión y vocación es fácil hacerlo.
¿Pero influye el tema económico?
Para la transformación se necesitan recursos. Hay escuelas que necesitan intervención integral. ¡De qué nos sirve tener planteles bonitos si no hay una buena pedagogía, equipamiento y conectividad! La transformación debe ser integral.
No podemos pensar que la escuela fiscal sea para pobres o sea la última opción. Debe ser de calidad, digna y de excelencia para cortar esas brechas, desde lo digital hasta lo académico, pasando por la infraestructura y equipamiento.
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