Hoy, la cooperación sur-sur trasciende la formalidad política e incluye inversiones, más intercambio comercial, transferencia tecnológica; todo sin condicionamientos.
Hernán Ramos
Primera Visita de Estado al Ecuador en 36 años de relaciones diplomáticas. Primera escala de su gira política latinoamericana. Elevación de las relaciones estratégicas bilaterales a nivel integral. Firma de importantes acuerdos y convenios, incluyendo créditos no reembolsables para reconstruir las provincias de Manabí y Esmeraldas.
Ratificación de coincidencias fundamentales en política exterior, en un momento particularmente complejo del escenario mundial. Profundización de las relaciones económicas, comerciales y de inversiones… Al presidente de la República Popular China, Xi Jinping, combinando pragmatismo, eficiencia y paciencia, le bastó un par de días para marcar su impronta en tierras ecuatorianas.
Quien no quiere ver, no ve. Lo cierto es que la visita al Ecuador del jefe de Estado de la segunda economía mundial y primer exportador del planeta marcó un antes y un después en las relaciones bilaterales Quito-Pekín. Esto es así, al margen del triste provincialismo mediático exhibido por determinados medios de prensa nacionales.
Al convertirse en aliados estratégicos integrales, Ecuador y China trazaron la línea referencial de las relaciones de nuevo tipo que se tejen entre el gigante asiático y América Latina.
Estos nexos paradigmáticos —refrendados esta semana al más alto nivel en la capital ecuatoriana— se asientan en conceptos renovados, otrora denostados por la vieja política internacional y el capital financiero mundial: cooperación sur-sur; alianza entre iguales y sin condicionamientos políticos; beneficio mutuo en la elaboración de proyectos para el desarrollo económico; aplicación consecuente de la fórmula ganar-ganar; solidaridad humana y concreta, más allá de la ganancia y el lucro, etc.
Los discursos del presidente Xi Jinping, durante su estadía en Ecuador, giraron siempre alrededor de estos principios fundamentales, a los cuales el dirigente chino agregó elementos de su propia cosecha. “Un proverbio chino dice que la verdadera amistad se conoce en la adversidad”, reflexionó el viernes 18 de noviembre, durante el acto simbólico de inauguración de la central hidroeléctrica Coca Codo-Sinclair. De esa manera hizo referencia al apoyo que ha brindado su país al Ecuador luego del devastador terremoto de abril pasado.
Cabe destacar que la alianza chino-ecuatoriana ha reivindicado políticamente el componente humano en la relación bilateral entre los 2 Estados. En cierto modo, este punto es algo relativamente novedoso —o al menos poco común— en un mundo que está marcado por la feroz competencia mercantil, en un mundo de lucha a muerte por la conquista y control de los mercados, en donde el ser humano queda relegado a una simple estadística. Por supuesto, el pragmatismo propio de un jefe de Estado también estuvo presente.
La tarde del 17 noviembre, en el Palacio Nacional, el Mandatario chino envió otro mensaje poderoso y directo a propios y extraños: la República Popular China tiene un claro interés para profundizar su agenda de inversiones productivas en el Ecuador, y el aparato estatal chino avanza sin dudas en esa dirección. En concreto, se despejó el camino para que su país se involucre directamente en el financiamiento y la construcción de la Refinería del Pacífico, sin duda, el mayor proyecto industrial que se levantará en el Ecuador en los próximos años.
Esta gran obra petroquímica, en efecto, demandará una inyección multimillonaria de capitales y la incorporación de tecnología de punta, factores esenciales que China Popular puede garantizar en el largo plazo. Al cierre del proceso se espera que dicha obra genere beneficios mutuos a los 2 países. Por su parte, el presidente del Ecuador, Rafael Correa, en sus múltiples intervenciones frente al Mandatario chino, también relievó la importancia histórica de mantener al más alto nivel las relaciones con China Popular, en el marco del respeto y beneficio mutuos, la autodeterminación de los pueblos, la cooperación sur-sur, la no condicionalidad política en las relaciones bilaterales y la solidaridad plena, leal y sincera. China Popular comparte plenamente esta visión de la política exterior ecuatoriana. Y este es otro punto a favor de la política exterior ecuatoriana.
Entre otros aspectos, el presidente ecuatoriano alabó la gestión visionaria de su homólogo chino, pues Xi Jinping –dijo Correa- lidera el proyecto de convertir a su país en el mayor centro mundial de innovación. Idea con la que el Mandatario ecuatoriano se identifica.
Es más, China participa en el desarrollo de Yachay, “la ciudad del conocimiento” del Ecuador. Al hacer un balance político de las relaciones entre Ecuador y China, el Mandatario ecuatoriano dijo, el viernes 18, que la Alianza Estratégica Integral del Ecuador con la segunda potencia económica mundial, “es uno de los mayores aciertos de la Revolución Ciudadana”.
Previamente, apenas arribó al país, quizá presagiando lo positivo de su visita, Xi Jinping dijo: “He llegado a esta hermosa tierra, con la buena voluntad y expectativa de mantener diferentes tipos de relaciones con el presidente Correa”. El futuro dirá hasta dónde llegará la alianza de 2 socios estratégicos, geográficamente distanciados por un océano, pero enlazados por agendas comunes. (I)
Esta noticia ha sido publicada originalmente por Diario EL TELÉGRAFO
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