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sábado, 11 de marzo de 2017

Guillermo Lasso: El gran Fraude Anunciado. Por: Edmundo Vera Manzo .


Un gesto, una acción, dice mucho más que mil palabras, según la sabiduría milenaria. Hablan las palabras, pero mucho más los hechos. 

El que ofrece cosas y no cumple es un mentiroso. 

La mentira en la política es mucho más importante, pues engaña a muchos y se llama demagogia. De acuerdo con Herida Salva el gran fraude de León Febres-Cordero no fue ser un gobierno represivo, sino incumplir absolutamente su excelente eslogan “pan, techo y empleo” y ganar las elecciones. 

El gran fraude de Guillermo Lasso es ofrecer un millón de empleos sin decir cómo hacerlo y proponer hacer realidad los sueños personales arribistas de cada sector económico, social y político, sin importar feudalizar y desestructurar al país.

 A continuación presentaré algunas preguntas para que Guillermo Lasso y cada uno de nosotros las contestemos. 

¿Es verdad que el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial condicionan los préstamos a los países para proteger a las empresas transnacionales y que Guillermo Lasso está de acuerdo con esta política? ¿Es verdad que está de acuerdo con que el Estado no debe tener ningún control sobre los grandes capitales y las ganancias de las empresas y ciudadanos? 

¿Es verdad que está de acuerdo en que se reduzcan o eliminen los impuestos a quienes tienen más dinero y que “hagan lo que les dé la regalada gana”? (ya que los que tienen bajos ingresos no pagan impuestos). 

¿Es verdad que al reducir los impuestos igualmente se recortarán los servicios de educación, salud y subsidios de parte del Estado para los sectores más pobres? 

¿Es verdad que está de acuerdo en que muchos servicios públicos deben ser privatizados? ¿Es verdad que está de acuerdo en que los “ahorros” de la reducción del tamaño del Estado sean entregados a las empresas privadas para que sean administrados por ellos?

 ¿Es verdad que cree más en la caridad que en los derechos y la solidaridad? ¿Es verdad que cree, como Mauricio Macri presidente neoliberal de la Argentina y la derecha mundial, en que si expresaran lo que iban a hacer jamás ganarían las elecciones? 

¿Es verdad que es amigo y coideario del derechista José María Aznar, expresidente del gobierno español? 

¿Es verdad que es un empresario del mundo de las finanzas, banquero y representa sus intereses? ¿Es verdad que durante toda su vida ha sido de la derecha política y desde la Revolución Francesa en todas partes nunca ha representado los intereses del pueblo? 

¿Es verdad que es del Opus Dei, del grupo más elitista del catolicismo? ¿Es verdad que siempre se ha opuesto al control de las entidades financieras? 

¿Es verdad que forma parte del grupo de empresarios que tiene capitales eludiendo impuestos en Panamá, que es considerado como un paraíso fiscal? ¿Es verdad que fue ministro de Economía en el Gobierno de Jamil Mahuad, donde se dio el feriado bancario, que ha sido el mayor desastre económico de la historia del Ecuador?

 ¿Es verdad que nunca se ha pronunciado en público en contra del feriado bancario? ¿Es verdad, según Cynthia Viteri, que como presidente podría traicionar al pueblo? 

¿Es verdad lo que señala Jaime Nebot, que Guillermo Lasso es falso? ¿Cree en el refrán “el que calla otorga”? ¿Cree en el refrán “dime con quién andas y te diré quién eres”? Lo anterior son hechos y creencias en la historia pública de Guillermo Lasso. Si contesta sí son como los factores de riesgo de una enfermedad, en este caso política, que retrata al verdadero Guillermo Lasso. Al contestar no, niega lo que es y lo que hace. Como Guillermo Lasso no ha cambiado quién es, lo más seguro es que lo continuará siendo en el futuro. 

El Ecuador necesita personas y líderes íntegros, coherentes, auténticos, que exista en ellos una unidad entre lo que piensen, digan y hagan y al servicio del pueblo y de la nación ecuatoriana y no tan solo representen intereses personales, ególatras y particulares. No hay que repetir la tragedia del feriado bancario que casi destruye al Ecuador. 

Por: Edmundo Vera Manzo 

Fuente: EL TELÉGRAFO 

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