“Uno se puede sublevar contra un tipo de relación
familiar, contra una relación sexual, uno puede sublevarse contra una forma de
pedagogía, uno puede sublevarse contra un tipo de información”. Michel Foucault.
Reflexionar sobre los dispositivos de poder, sobre los
mecanismos disciplinarios y normativos que Foucault interpela, obliga por de
pronto a preguntarnos si es posible sublevarse. En agosto de 1978 se realizó un
diálogo entre Foucault y el libanés Farés Sassine para el semanario “El Eslabón
Recobrado”, y que en 1979 apareció en el diario “Le Monde” como: ¿Es inútil
sublevarse? El suceso acaecido en Irán a partir de 1978 permitió al
filósofo experimentar y teorizar este tema, la “sublevación”.
La noción de sublevación bajo el paraguas de dos aristas;
en un contexto de revolución e historia. Sobre la revolución se refiere a
partidos políticos, organizaciones, representaciones, entre otros; su
característica de sublevación principal es intentar domesticar antes que
interpretar. Por otro lado en el contexto histórico- resalta la característica
a ser gobernados de un modo determinado, “según narre la historia”.
Por de pronto en tanto revolución e historia, son
categorías que han normado universalmente al ser humano y han predeterminado
sus acciones, su círculo, su forma de sentir y de percibir la vida. Han
establecido relaciones y aislamientos entre el mundo y el hombre. Después de
aquello nos preguntaríamos. ¿Es posible sublevarse? y ¿cómo hacerlo?
Foucault diría, “el hombre que se subleva queda en
definitiva sin explicación”. Una explicación que puede llevarnos a un grado de
esperanza y de aceptación de sacrificios-
que va a permitir afrontar; un ejército, una policía.
Posteriormente el filósofo analiza la
voluntad como sublevación, no siguiendo a Hegel sino a Fichte y dice: “La
voluntad es la que dice prefiero morir; la voluntad es la que dice prefiero ser
esclavo; la voluntad es la que dice quiero saber; la voluntad es el acto puro del sujeto (hombre), y que el sujeto,
es el que está fijado y determinado por un acto de voluntad”.
Cuando se refiere a que el sujeto
está determinado por su acto de voluntad, no apunta precisamente al humanismo,
sino por su concepción de libertad, siguiendo a Sartre; (somos lo que hemos
querido ser y siempre podremos dejar de ser lo que somos).
En el contexto a lo referido Foucault
también da cuenta de la categoría “respetuoso”, que no es otra que el propósito
de la intelectualidad. Enfatiza; “Ser respetuoso cuando una singularidad se subleva, e
intransigente cuando el poder infringe la universalidad”. En
tanto y cuanto respetuoso es sinónimo de intelectualidad, el filósofo estipula
dos tipos de intelectuales; el universal y el específico, del segundo se
refiere con lo siguiente, “Creo que solo bastaría con que observe lo que hace y
lo que pasa en lo que hace- es allí donde uno da con esa concepción de
sublevación”. Del intelectual universal, diría que funciona como que fuera el
representante de una “conciencia universal”- o como si fuera su actividad el de “escritor”,
un poco como esos “partidos políticos” que
pretenden poseer tanto la verdad de la historia como la dinámica de la
revolución.
¿Entonces cómo debería ser y hacerse una sublevación?
Foucault incita a usar una estrategia
de sublevación, no de la sublevación global, universal y masiva, sino que; “Se
trata de la sublevación diferenciada y analítica, que muestra cuales son los
elementos de realidad que en una civilización se nos proponen como evidentes,
naturales, dados por sentados y necesarios”.
No puede haber y no es deseable
que haya sociedades sin sublevación.
Autor; Stalin Quiñónez Yanza
Estudiante del Magister en Comunicación Política de la Universidad de
Chile.
No hay comentarios:
Publicar un comentario