Confesamos que nuestra intención no es llover sobre mojado, una vez pasado el jolgorio, el bullicio, las luces y el júbilo de la Navidad y año nuevo, creemos firmemente que todos absolutamente todos quienes habitamos en la región más austral de nuestro país.
Debemos soñar con un mundo lleno de paz y armonía donde gobierne el amor y la esperanza del nuevo día, que nos guíe a la consecución de seres humanos humanizados para el mejoramiento integral, camino para forjar nuestro futuro con nuestras propias manos y sueños. Para reconocernos nosotros mismos.
Reconocernos a nosotros mismos implica, desaprender lo aprendido, como nuestras percepciones, creencias y temores que constituyen cadenas y aduanas que no nos permiten seguir adelante y realizarnos como personas, en definitiva inventariar nuestra cultura de miedos y de temores ocultos, que no son otra cosa que imaginarios que nos pueden frenar como si fueran paredes de concreto a nuestro alrededor, si no comprendemos así las situaciones, de hecho estas paredes imaginarias son así de peligrosas justamente porque ni siquiera somos conscientes de que no existen y que nos están frenando, como bien lo señala Bohan, para rescatar al hombre y mujer de nuestro tiempo es necesario decirles que sí pueden, que todos y cada uno de nosotros somos importantes para convertirnos en seres críticos y reflexivos.
Toda la infraestructura que no nos permite crecer se llama temor, sí, temor a equivocarnos ante los demás; y, lo más grave es que el temor se constituye en un freno muy efectivo que impide dar rienda suelta a la creatividad natural, es mejor no hacer nada antes que equivocarse. Consideramos que no se equivocan los que no hacen nada, los que no han nacido y los muertos, nos equivocamos siempre los que pretendemos querer hacer algo, los que nos atrevemos a pensar, y que aun equivocándonos aprendemos cada día para crecer como personas. William Bohan señala: La única manera de superar ese temor a parecer tonto es tomar una decisión consciente, como: “valoro mi mejoramiento y mi crecimiento personal tanto, que el precio que estoy dispuesto a pagar es mucho, mucho mayor que el temor a parecer tonto”. Creo que es hora de reemplazar las culturas basadas en el temor por culturas en el amor, señala el mismo autor.
“La biología del amor es la dinámica relacional que da origen a lo humano en el devenir de nuestro linaje. Al hablar, implica evocar a la biología del amor, las condiciones sistemáticas de constitución evolutiva y ontogénica de lo humano. Por esto, la biología del amor no es una opinión más, es una revelación de los procesos biológicos que nos constituyen como la clase de seres que somos y que podríamos dejar de ser”, señala Humberto Maturana, y más adelante acusa. “El amor es una emoción, un modo de convivir, una clase de conductas relacionales entre seres vivos, es la emoción que constituye y conserva la convivencia social”.
Reflexionamos, que el amor es tratar a la otra persona como nos gustaría que nos traten a nosotros, como entes sociales, simple y llanamente como personas, con deberes que cumplir y derechos que exigir, para que crezca la autoestima y con ello la autorealización del crecimiento personal. Con el corazón en llamas, les deseamos a todos ustedes amables lectores feliz 2016. Así sea.
Escrito por: Campos Ortega Romero
campolin2010@hotmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario