Un vistazo la gesta histórica, donde se destaca el lado magnánimo del Mariscal.
Especial para La Hora de parte de Joaquín Gómez de la Torre B. Miembro de la Academia Nacional de Historia
Luego del triunfo en Pichincha de los patriotas dirigidos por el general Antonio José de Sucre, se realizaron las capitulaciones de las tropas realistas comandadas por el presidente de la Real Audiencia de Quito, el general Español Melchor Aymerich, quien anteriormente ya había ejercido la Presidencia desde abril de 1819 hasta diciembre de 1821.
Tuvo que sustituir en el poder por su fallecimiento el 3 de abril de 1822 al general Juan de la Cruz Mourgeon enviado especial del Rey de España Fernando VII.
Las capitulaciones contienen ya los principios de la ‘Doctrina Sucre’ proclamados por el Gran Mariscal de Ayacucho, después del Combate de Tarqui (27 de febrero), el 28 de febrero de 1829.
Carácter positivo y magnánimo
Manuel de Guzmán Polanco, cuando era director de la Academia Nacional de Historia, el 29 de abril de 2008 durante una entrevista inédita concedida a José María Gómez de la Torre B. (abogado, diplomático de carrera), define la ‘Doctrina Sucre’ en pocas palabras: “La Victoria no crea derechos” y reafirma el valor de dicha doctrina para Ecuador, señalando además la importancia de poner en claro el carácter positivo y magnánimo que tuvo Sucre después de las campañas y guerras de Independencia.
Guzmán Polanco, al hablar de las ‘Doctrinas en el Derecho Internacional’, trata sobre aquellas ideas importantes, que han nacido en Ecuador para la vida jurídica del Derecho Internacional. El texto hace referencia a la Guerra peruano-ecuatoriana que se dio en 1941 y a la influencia de Sucre en el Derecho Internacional desde la época de la Independencia.
El espíritu de Sucre era de mucha bondad y ecuanimidad, por eso cuando el 24 de mayo de 1822 obtiene una brillante victoria y ocupa Quito, aquí se vislumbra ya la ‘Doctrina Sucre’ en el trato caballeroso y digno con los vencidos.
EL DATO
En honor al general Antonio José de Sucre, Ecuador puso su nombre en la moneda nacional, la que desapareció en el año 2000.A Melchor Aymerich le correspondió aceptar una honrosa capitulación dada por la nobilísima generosidad de Sucre.
A pesar del extraordinario valor desplegado por sus soldados españoles, Aymerich, quien era el comandante de los Realistas, fue derrotado por el mariscal Sucre a tal punto que él y los sobrevivientes de la batalla de Pichincha se vieron obligados a refugiarse en el Fortín de El Panecillo (Yavirac).
En tal situación, Aymerich designa para las capitulaciones a los coroneles Francisco González y Manuel María Martínez de Aparicio, ayudante general y Jefe de Estado Mayor de la División Española, y su ayudante del mismo cuerpo Patricio Bryan.
Por las fuerzas Gran-Colombianas fueron delegados los coroneles Antonio Morales, jefe de Estado Mayor de Colombia y Andrés Santa Cruz, jefe de tropas del Perú.
Luego de varias conversaciones y resueltas las desavenencias, aprobaron ocho cláusulas (ver recuadro).
La rúbrica
Firmaron dichos contratantes en el Palacio de Gobierno de Quito, en el día, en el mes y año dichos.
Firmas: Andrés Santa Cruz, Antonio Morales, Francisco González, Manuel María Martínez de Aparicio y Patricio Bryan.
Los oficiales y tropas de prisioneros harán antes el juramento de no tomar las armas contra los Estados Independientes de Colombia y Perú.
Cuartel General de Quito, a 25 de mayo de 1822, ratificado y aprobado por mi, se cumplirá en todas sus partes fiel y religiosamente. Melchor Aymerich.
Cuartel General frente a Quito, a 25 de mayo de 1822. Aprobado y ratificado, Antonio José de Sucre.
Haciéndose eco a las palabras y a la actitud conciliatoria de Sucre, en el Museo y Templo de la Patria, se encuentra un busto en honor del presidente de la Real Audiencia se Quito, Melchor Aymerich, con una biografía.
Tras una larga negociación
Cláusulas
° Será entregada a los comisionados del general Sucre la Fortaleza del Panecillo, Quito y cuanto estaba bajo la dominación española a norte y sur de dicha ciudad.
° Las tropas españolas saldrán de dicha Fortaleza con los honores de la guerra y en el sitio y la hora que determine el general Sucre entregarán las armas, banderas y municiones, y en consideración a su bizarra conducta que han observado en la jornada de ayer y a comprometidos particulares que puedan pasar a Europa y a otros puntos, como igualmente la tropa, en el concepto de que todos los oficiales que quieran quedarse serán admitidos en las filas como ciudadanos particulares.
° Los oficiales conservarán sus armas, equipos y caballos.
° Los oficiales que quieran pasar a Europa serán conducidos por cuenta del Gobierno de Colombia hasta La Habana por la dirección de Guayaquil a Panamá escoltados por una partida hasta el embarque, y en el primer puerto español donde lleguen, serán satisfechos los gastos que ocasionen al comisionado que los conduzca.
° El general Aymerich queda en libertad para marchar cuando y donde quiera con su familia, para lo cual será atendido con todas las consideraciones debidas a su clase, representación y comportamiento.
° Se otorga amnistía general en asuntos de opinión a todos los empleados públicos, eclesiásticos y particulares; a los que quieran pasar a Europa se los concederá pasaporte, pero el viaje lo harán por su cuenta.
° Como en el artículo primero de las presentes capitulaciones están comprometidas las tropas de Pasto, en su dirección se nombrarán dos oficiales del cada ejército para que vayan a conducirlos y a entregar cuantos prisioneros, pertrechos y demás cosas que allí existan, pero en atención a circunstancias de aquel país, el Gobierno español no puede salir garante del cumplimiento de lo prevenido en este artículo, en cuyo caso el Gobierno de Colombia obrará, según lo dicte su prudencia y juicio.
° Después de la ratificación de este tratado por ambas partes, el General Sucre podrá ocupar la ciudad y fortaleza a la hora y día que guste.