La humanidad tendría que gastar unos $ 275 millones para mitigar y adaptarse al nuevo escenario: sequías prolongadas, altas temperaturas o el crecimiento del nivel del mar. el aumento de emisiones de co2 no es solo un tema ambiental, sino que involucra el aspecto económico y ocasionaría una recesión mundial.
Amanda Granda
En Kenia y Etiopía el 60% de los rebaños lucen escuálidos. Recorren por días lugares desérticos, sin pasto y llenos de una tierra color marrón. Los habitantes de estos países africanos, sin ganado y sin ingresos fijos, no pueden comprar alimentos cada vez más costosos. Por ejemplo al norte de Kenia el precio de la leche ha aumentado hasta 300%, reporta la Oxfam.
África y sus 54 países más pobres son quizá la mayor expresión del efecto económico del cambio climático. Es una zona afectada por las sequías prolongadas, y de paso conflictos internos y corrupción en el gobierno. Desde 1970, las sequías se han intensificado en algunos puntos del continente, y las zonas del Sahel y la parte meridional se han desertificado.
Lo que ocurre en este lugar del planeta muestra que el calentamiento global no es un tema únicamente ambiental; su incidencia pasa por el ámbito político, energético, social y económico. “Si la temperatura de la Tierra sigue aumentando, las consecuencias monetarias serán devastadoras”, indica el ingeniero ambiental y economista Carlos Granja, de la Universidad de las Fuerzas Armadas (ESPE).
Según estimaciones del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (PICC), máxima autoridad científica en la materia, “se necesitará una inversión equivalente al 1% del PIB mundial para mitigar los efectos del cambio climático y de no hacerse dicho desembolso el mundo se enfrentará a una recesión que podría alcanzar el 20% del PIB global”.
Granja alerta que la adaptación al nuevo clima podría afectar a la economía mundial más que las dos guerras mundiales pasadas. Hace referencia a un estudio elaborado por el antiguo jefe de economistas del Banco Mundial, Sir Nicholas Stern. Allí se explica que el calentamiento provocaría una gran recesión, porque la humanidad debería gastar unos $ 275.000 millones para mitigar y adaptarse al fenómeno.
Pero ¿qué áreas económicas sufrirían más las consecuencias? En América Latina, por ejemplo, las sequías, inundaciones, incendios forestales y deslaves, como los ocurridos en la vía Alóag - Santo Domingo ya han causado pérdidas.
La ecóloga Cristina Salvador agrega que el turismo, la agricultura y otras industrias que dependen del clima serán afectadas.
Según explica Granja, al aumentar las temperaturas, la demanda de aire acondicionado y refrigeración subirá y con ello los costos de energía, “que podrían ascender a más de $200 mil millones de electricidad extra. El resultado neto previsto es que los costos del sector energético serán $141 mil millones más altos en 2100 debido al calentamiento global”.
Tras la última Conferencia de las Partes o COP21 se reportó que las emisiones de gases de efecto invernadero han determinado un incremento de la temperatura promedio de la Tierra de 1°C. Esto ha generado un aumento aproximado decenas de centímetros del nivel del mar. Si no se hace algo para frenar las olas, el agua inundarán los terrenos costeros bajos. Para 2100, las pérdidas de inmuebles residenciales cercanas al océano por el cambio climático serán de $360 mil millones al año.
Por otra parte, el calentamiento global incrementaría los impactos de las enfermedades transmisibles, señala Salvador.
La agricultura es quizás el área más sensible a los cambios climáticos. En América Latina y el Caribe se prevé una disminución de los rendimientos de varios cultivos, como cebada, viñedos, maíz, papas, soja y trigo.
Granja indica que los rendimientos e ingresos netos de las actividades agropecuarias son consecuencia de factores socioeconómicos, tecnológicos y de calidad del suelo, pero también son muy sensibles a las condiciones meteorológicas. “Esto es particularmente relevante en la región, donde el sector agropecuario aportó en 2012 con alrededor del 5% del PIB1, concentró al 16% de la población ocupada y representó alrededor del 23% de las exportaciones regionales”.
Además, las actividades agropecuarias en la región son fundamentales para la seguridad alimentaria, contribuyen al dinamismo económico, al saldo de la balanza comercial y a la reducción de la pobreza, y constituyen una fuente fundamental de subsistencia para la población en áreas rurales, que representa el 22% del total.
Pero hay más efectos del calentamiento global: la escasez de agua dulce provocada por el derretimiento de los glaciares. Oliver Dangles, representante en Ecuador del Institut de Recherche pour le Développement (IRD), indica que entre 1960 y 2015 la cobertura de nieve disminuyó 10% a escala mundial. Además, 10.000 islas están en amenaza de desaparecer en 2100.
Dangles explica que los glaciares son una fuente de agua importante para las zonas de montañas, sobre todo en temporada seca. Frente a este panorama, los expertos consultados coinciden en que el trabajo para combatir el cambio climático, además de los compromisos de la COP 21, incluye las acciones de los ciudadanos y de los gobiernos de las zonas más vulnerables. (I)
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